El miércoles noche regresamos a casa desde Chiclana. Con algo de expectación, he de decir, pues un par de días antes me llamó un vecino avisando sobre un fuego que había arrasado el barranco sobre el cual vivimos. También me dijo que nuestras casas no habían sufrido percance alguno, pero a los dos vecinos de al lado (a 50 metros) se les ha quemado parte del jardín. Ya de noche pude comprobar poco, pero claramente ví que una maceta se había consumido literalmente. Consumido, que no desaparecido, pues quedaba un resto de plástico carbonizado. No entendí nada, pues todas las demás macetas de alrededor, y el cesped y el resto del jardín estaban bien, por lo que podía ver. Me quedé estupefacto pues resulta bastante increible que una pavesa cayera en esa maceta, se consumiera y no afectara a nada más, ni siquiera a todo el (ex-)huerto que está completamente seco y más cerca de la zona del incendio ...
En seguida me vino a la mente esa leyenda urbana de los famosos casos de combustión humana espontánea. La similaridad en cuanto al hecho de la consumición casi total del ser sin afectar a su alrededor era más que tentadora. ¿Un caso de combustión vegetal espontánea? (Una diferencia, sin embargo, es que en el caso de humanos estos suelen ser alcohólicos y haber estado bebiendo antes del hecho, lo que no creo que hiciera mi maceta de rosales en nuestra ausencia.) Esa noche, aunque cansado del viaje, me dormí preocupado por el obscuro caso del rosal quemado.
La claridad de la mañana del jueves no despejó las dudas. Todo era aún más evidente: la maceta (de plástico) totalmente consumida, incluída toda la tierra de la que no quedaba ni rastro (!), el rosal, sin embargo, aunque totalmente seco (pues no se había regado en días) sólo ardió en sus raíces, pero no el resto. Una fina capa de ceniza es todo lo que quedó de maceta y tierra. Además, una zona de menos de 1 metro cuadrado de césped se había quemado alrededor. Un misterio más: ¿porqué no ardió el resto del jardín? (La verdad es que todo estaba bastante seco, pues se había ido la corriente eléctrica aparentemente nada más irnos de viaje; excuso deciros cómo encontramos el frigorífico ...)
Moisés en el monte Horeb (Éxodo 3-2), ante un caso similar de zarza ardiendo en sí misma lo tuvo bastante más fácil que yo para interpretar tan extraordinario hecho. Acostumbrado como estaba ya a la intervención machacona de Yaveh, sólo tuvo que escuchar la voz para identificar la causa del fenómeno. (In passim, la interpretación actual de ese pasaje, basada en visitantes extraterrestres en la época del antiguo testamento es apenas más creible que la de Moisés.) Además, Moisés no tenía otro contexto en el que elegir su interpretación, de manera que realmente lo tuvo fácil: pues es Dios.
Con resignación, pero con la mente ya más clara y con dos días de perspectiva, voy a descartar las explicaciones basadas en: (i) dioses (incluyendo espíritus, etc), (ii) extraterrestres (y similares fenómenos paranormales, como el que mi rosal se fuera de copas y fuera objeto de una rarísima combustión vegetal espontánea). La única explicación aparentemente ‘razonable’ que queda es la de la pavesa; pero la verdad es que ‘razonable’ no lo es en absoluto. Posible, quizá, pero improbable como sólo el diablillo de Maxwell sabe calcular las probabilidades...
Ya me perdonaréis el rollo que me estoy marcando hoy, pero es que realmente yo siento que aún no conozco la respuesta.
En ciencia ocurre tan a menudo que a la mayoría nos ha pasado alguna vez: esos datos tan espectacularmente fantásticos que rápidamente nos lanzamos a interpretar como la presencia de algún ser sobrenatural o extraterrestre. Si no me creen, pregúntenle a JuanMa: apenas unas manchitas en una piedra caida de Marte y ya tenemos vida extraterrestre en nuestro planeta. Y es que hay colegas que se lanzan a lo loco. A mí mismo me han ocurrido un par de casos extraordinarios, donde los datos aparentemente, pero de manera que no dejaba lugar a dudas, indicaban un fenómeno único, dentro de lo posible pero astronómicamente improbable. Y estaba ahí ante mis ojos en ese fantástico (literalmente) espectro. (Para los astrónomos: un caso de estrellas con cinemática de miles de km/s, que finalmente resultó ser un caso de posición espacial resuelta a lo ancho de la rendija; y un caso de BLR cuya rotación estaba resuelta espacialmente, y que resultó ser el rayo cósmico más extraordinariamente artístico que jamás ha cruzado una CCD.)
Los resultados increíbles requieren ir hasta extremos para encontrar una explicación razonable, que agote todas las posibles alternativas. En mi caso yo estuve peleándome conmigo mismo durante semanas para no creerme lo que los datos me estaban gritando en la cara (e.g., que Dios se estaba marcando una partida de canicas con estrellas a 2000 km/s). Finalmente, en un caso encontré la solución a tiempo de no involucrar a nadie. En el otro caso llegué a involucrar a un colega (¿te acuerdas?) por un par de días, hasta que la explicación se me presentó claramente. Por supuesto que hay casos en los que la explicación real es finalmente extraordinaria pero, alas!, estos son outliers probabilísticos.
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Emilio responde:
Hola Enrique,
No he podido encontrar la temperatura de combustión de la turba pero cada vez estoy más convencido de que lo que te ha sucedido es una combustión espontánea de turba. Como te comenté por telefono había oído que estos casos se han dado anteriormente, no sé si la primera vez lo leí en una novela de aventuras. Hoy he encontrado un curioso documento de un aumento de temperatura y expulsión de humos, con agrietamiento de suelo en Queretaro, México. Como la región contiene una falla, la población se asustó por un posible origen volcánico. Estudios posteriores demostraron que era la combustión espontánea de turba. Te mando el documento. Fíjate bien que no determinan la posible causa de la ignición, pero sí ponen como condicionante la necesaria oxigenación de la turba (en tu caso esto tiene fácil explicación).
Abrazos --Emilio
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Eduardo responde:
Hola Enrique:
Yo apuntaría a una solución similar a la tercera tuya y a la de Emilio, aunque quitando el calificativo de "espontánea". Los materiales combustibles tienen una temperatura de ignición. Como las estrellas, esta temperatura depende del material (no es lo mismo quemar H que quemar He). En una chimenea los troncos de encina no arden al principio cuando la temperatura es la de las llamas del papel o los palitos. Con el incendio, subió la temperatura, hasta llegar a la temperatura de ignición de la maceta del rosal, pero no lo suficiente para alcanzar la temperatura de ignición de las otras macetas. ¿El plástico, la tierra? Pero, claro, habría que pasar a hacer números... En todo caso, es un suceso realmente llamativo... porque "llama" y por la "llama".
Un abrazo de otro físico bombero.